jueves, 1 de mayo de 2008

Fútbol, hombres y rock'n roll. Amores que matan...

...y otros que enganchan. Es lo que hay, hubo y habrá, esas cosas que vienen ya con el pack cuando lo compras en el "todo a cien". Soy futbolera y zaragocista.

En principio no supone ningún problema, a cualquier hombre le gusta el fútbol, todos están deseando sentarse en su sofá con una cervecita y unas patatas a ver la final de la Champions o habitúan a ocupar las mesas del bar más próximo durante 6 horas a la tarde cualquier domingo. Cualquier españolito, -o el -ito que sea-, medio de sexo masculino calibraría en esos términos su felicidad, ¿verdad?. Pues no, señoras, que se les vaya cayendo el mito porque todo eso es una falsedad... eso, o yo he conocido a los únicos ejemplares machos que no lo conciben así.

Siempre la misma historia. Sábado por la noche. Tacón-minifalda, ese binomio infalible. El maquillaje perfecto. Una mirada, dos... y ellos caían rendidos a tus pies. Maravilloso cuento de hadas con musiquita de coros celestiales y todo de fondo, pero el tiempo inexorable pasaba y llegaba el domingo. Primer dilema: cómo explicarle al colega que ese maquillaje perfecto se va a convertir en unas rayas a lo Braveheart en tus mofletes, que con deportivas mides 5 centímetros menos y que la "blanquilla" y esos tejanos viejos no son lo que se dice el colmo de la seducción. Lo podrás ocultar el primer domingo y tal vez el segundo, y ya le vas introducciendo el tema con un: ¿te gusta el fútbol?, a lo que te contesta con una expresión mohina, que no sabes si es que la tiene ensayada para estos casos y quedar bien con la "dama" o es que finalmente se cumplen tus malos presagios y el tipo no distingue un fuera de juego de un saque de banda.

Ya te digo que esto es salvable las primeras dos semanas, pero siempre habrá un contrato televisivo que destruya tu táctica. Próximo partido el sábado a las diez de la noche... el teléfono suena... ha reservado en un restaurante de 3 tenedores en el centro mismo de la ciudad... a tí te empieza a temblar la sien... con un nudo a la altura del bronquio izquierdo y entonando la más dulce de tus voces comentas: Es que, hay fútbol... y él, ingénuo, te dice: no te preocupes, empieza a las diez y he reservado a la media, no cogeremos atasco... Bien, a partir de este momento ninguna de las respuestas que se te ocurran van a ser válidas, lo mejor que puedes hacer es empezar la cuenta atrás y no encariñarte demasiado con el sujeto.

Una vez tuve incluso un novio del Atleti. Y ni con esas, ellos en segunda y nosotros en primera no era compatible. Mi ex tuvo la osadía de pedirme que dejase de ir los domingos a la Romareda, alegaba que era su día libre y después de dormir hasta las dos del mediodía yo debía contemplarle de cinco a doce... creo que excusa que os aclare por qué es mi ex... Menos mal que al final he caido en buenas manos.

Durante algunos instantes dudas si esto será bueno y cómo repercutirá en tu futuro. Cómo explicarle a tus hijos que su madre es esa que sale en los resúmenes de televisión insultando a Stoitchkov durante la ida de una Supercopa, la que se gastó todo lo que tenía en dos pasajes para Sevilla, la misma que estaba bajo aquella cristalera que nos estrellaron en la cabeza unos Boixos, la que en lugar de ir a clase perdía las horas al sol viendo partidillos de entreno, la que pasó una noche entera al raso para ver Montjuic por primera vez y la que la segunda vez que subió a aquella montaña, acabó con lágrimas de emoción y orgullo por gente que ni conocía... ¿o sí les conocía? claro que les conocía, nacimos todos con el mismo estigma, con el mismo antojo en forma de león. Y se te despejan las dudas en ese momento, porque sabes que tu hijo, el que antes de nacer ya conocerá el frío y el calor de la grada, tendrá el mismo RH que su madre, RH Zaragocista positivo, y la sangre blanquiazul.

Eso sí, las dudas sobre cómo explicar a tus alumnos potenciales por qué los lunes estás afónica, qué significa ese tatuaje (lo habrá) en forma de escudo, o por qué en lugar de traje de chaqueta ese día vas con una camiseta blanca con aristas azules, tres tallas más que la tuya... eso es más complicado.

Pero el que no lo entienda que no se moleste en parar, que no pregunte y que no intente convencerme. Soy así, nací así, me enseñaron así. Aferrada a un "paraavalanchas" del Municipal.


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