Estaba todo en calma, tranquilo, con un bochorno similar al que anuncia las tormentas, cuando de repente una rafaga de viento nos ha despeinado, acto seguido el cielo se ha iluminado con un relampago y el cielo ha empezado a soltar una lluvia fresca, de gotas redondas, de las que no hacen daño pero empapan. Lejos de huir a refugiarnos hemos dejado que el agua rodara por nuestras caras como hace 10 días, que deshiciera nuestra ropa hasta hacerla fútil.
He levantado la mirada a lo alto y no he podido dibujar la sonrisa más grande que he podido, la más sincera desde hace tiempo. Y no eran lágrimas ya lo que escurrían por mis mejillas, era simplemente agua, solo agua, agua limpia y transparente. Y las sirenas cantando un nombre: Marcelino.
Ahora estamos deseando que el viento no amaine y poder soltar por fin las telas del velamen. Y empezar a dejar millas atrás. Un poco más cerca del final.
miércoles, 28 de mayo de 2008
Diario de a bordo. Día 10º.
Publica Mari A las 22:41:00
Etiquetas: Diario de a bordo, Real Zaragoza
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