Eso es lo que me dan ganas de responder cada vez que oigo en los telediarios, en la radio, en los bares o leo en la prensa o en Internet comentarios marchamartillo sobre el Gran Clásico. ¿Y a mí qué me importa?.
La primera incoherencia de este espectáculo, que no partido de fútbol, es la definición. El Gran Clásico, el partido del siglo. Qué singularidad puede tener un hecho que se reedita mínimo dos veces al año. Entiendo que dado el abismo que los privilegios económico concedidos por las plataformas audiovisuales han insertado entre el F. C. Barcelona y el Real Madrid con el resto de equipos, éste y el de la segunda parte de la Liga sean los verdaderos partidos para ellos y los demás no sean más que simples calentamientos antes de su presentación mundial en sociedad. Allí o allá. Bernabeu o Camp Nou, el mismo simulacro de competición deportiva. ¿Competición?, ¿deportiva?. No, más bien un desfile, una exhibición. Eso es, exhibicionismo puro y duro. Un enorme spot publicitario que venda camisetas, llaveros, tazones de desayuno y calzoncillos con copyright.
Sin embargo, aunque cueste creerlo, hay vida más allá de merengues y culés. En esta España mía, esta España nuestra que cantaba Cecilia, hay gente a la que nos importa literalmente un bledo quién gane o pierda tan trepidante lucha de titanes. Más bien nos motivaría un utópica doble derrota de ambos. O tampoco.
Es difícil de entender, lo se, pero os aseguro que hay otros colores y otros escudos por los que llorar y reír, hay otros nombres a los que admirar, otros campos en los que pasar frío en invierno, otras gradas afónicas. Existen más árbitros que analizar entre el Atlántico y el Mediterráneo, los hay, lo afirmo e igual o más polémicos que el afortunado al que le toque el premio gordo.
Antes de que salten al campo madridistas y barcelonistas, habrá miles de ilusiones, esperanzas y contingencias flotando en el aires, una nueva jornada de Liga a la que aguardan muchos aficionados con contención y expectación para saber lo que hacen sus equipos, que ni son los más guapos ni los más altos ni los mejor vestidos pero son los suyos. Gente a la que por más que le insistan no son si de uno ni de otro. Y son personas, no extraterrestres, os lo prometo, los he visto, incluso convivo con ellos.
También nosotros vivimos en ese limbo de reafirmación de la posesividad y la pluralidad frente a la dualidad que se extiende cual plaga bíblica. Es nuestro, nuestro Real Zaragoza, por el que animamos cada partido como si fuera el último. El único que llena nuestro corazón futbolero. Sin divisiones ni repartos ni secundarios. Sólo suyo. Sólo nuestro. Y ahora está más necesitado que nunca de nosotros y nosotros de él. Eso sí que me preocupa y me ocupa.
El lunes es el derbi... ¿Y a mí qué?. Lo importante, lo realmente importante, el sábado a las 18'00h. en La Romareda.
1 comentario:
No sabes hasta qué punto comparto tus sensaciones. Estoy aterrado ante el tsunami mediático que se nos viene encima, capaz de sepultar la vida de millones de personas que, aunque parezca mentira, ni sentimos ni padecemos ante lo que pase en ese partido. Para mí, el alfa y el omega es el sábado, a las 6 de la tarde, en la Romareda. Cuenta conmigo para defender la bandera de "la tercera vía"
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