Mucho frío en la tarde zaragozana y un partido de ACB de los de sabor a clásico en el otro extremo de la ciudad -CAI Zaragoza-Estudiantes-, mermaron sensiblemente la asistencia de público a la Romareda. Sin embargo, los factores atmosféricos y los de la canasta no influyeron tanto en la ausencia de público como lo pudo hacer el no juego del Real Zaragoza. Ayer, la grada zaragocista asistió a una de las imágenes más desoladoras de los últimos años. En la segunda parte, la mitad de los espectadores fueron abandonando poco a poco el estadio. Y mientras intentábamos calentarnos los pies y las manos, los que nos quedamos hasta el final íbamos notando cómo se nos congelaba el alma pensando si, algún día, será posible que nuestro Real Zaragoza se quede solo.
La predisposición inicial de los jugadores y del técnico era buena. Repetía Aguirre esquema 4141 -algún día haremos una estadística de los dibujos usados por el Zaragoza esta temporada-. Con Edmilson de teórico pivote para la contención por delante de Jarosik y Contini, las pretensiones mañas pasaban por hacer ancho el centro de campo para tratar de manejar y poseer más el balón. Esa labor correspondía a Jorge López, hombre de sangre fría que con la temperatura de ayer no le debía ni de fluir por las venas. Ni balón ni sangre.
Lo cierto es que en los primeros cinco minutos los blanquillos trataron de desperezarse, quitarse minimamente los complejos de encima y llegaron incluso a pisar área. Pero ver a Lafita, Jorge López, Bertolo y Sinama -a partir del 40, Braulio- atacando, y por el otro lado a Nilmar, Rossi, Cani y Cazorla, es como comerte una loncha de jamón de york y luego un chuletón de Ávila. Nada que ver. El brasileño, el italiano, el asturiano y el de Torrero, hicieron lo que quisieron y como se les antojó ante la débil, desconcentrada, lenta y en ocasiones descolocada defensa zaragocista. Aunque no fueron los más descolocados del equipo, quien realmente estuvo fuera de lugar fue Leo Franco. Un gran portero -sí, lo es- que vio pasar el imparable trallazo de Marcos Senna y observó cómo el centro de Cazorla se colaba por su espalda sin plantearse siquiera atraparlo. En dieciocho minutos se perdió el partido.
Es complicado, muy complicado sacar conclusiones del partido de ayer, o señalar quién estuvo bien o quién mal. Los catorce jugadores del Real Zaragoza que entraron en liza estuvieron mal, ya ni la actitud de otras tardes les quedaba.
La segunda mitad fue un quiero y no puedo inicial para convertirse en un no quiero y no me da la gana terminal. A los pocos minutos, Javier Aguirre dio paso a Ander Herrera. Las ganas que siempre le sobran y su indiscutible calidad, otorgaron algo de chispa al equipo que pisó los dominios de Diego López con algo de asiduidad. Pero era un bagaje escaso como para pensar en un eventual empate, la mente de los zaragocistas dibujaba, más bien, la posibilidad de acercarnos en el marcador y en una jugada de suerte poder intentar el empate. De la victoria ni hablamos.
Sin embargo, de repente, se sucedieron una serie de hechos que nadie esperaba pero que tampoco sorprendieron. Primero, Matteo Contini se autoexpulsa al realizar un falta absurda e innecesaria, sin balón de por medio, que, evidentemente, el árbitro sancionó con la segunda amarilla para el ex del Nápoles. En la misma jugada, el Villarreal aprovecha el saque de banda para que Nilmar se vaya hasta la cocina para marcar el tercer gol. Todavía no había acabado la reconstrucción del equipo Aguirre, cuando Ander Herrera le realiza una entrada desproporcionada a un jugador del Villarreal. Milagrosamente se libró de la expulsión. Acto puro de impotencia.
En los veinte minutos que quedaban no sucedió nada. El Real Zaragoza firmó la rendición y el Villarreal no vio necesaria la humillación. Y arriba en la grada, silencio, decepción, rabia, discusión, desánimo y demasiados asientos vacíos.
Habrá que ir escribiendo la carta a los Reyes Magos para que nos traigan una brújula que nos devuelva el norte. Por si acaso, a Papá Noel, que llegará antes, le pedimos al menos estar tan mal como cuando llegó hace un año.
Ficha del partido:
Real Zaragoza: Leo Franco, Diogo, Contini, Jarosik, Paredes, Edmilson (Marco Pérez, min. 62), Gabi, Jorge López (Ander, min. 51), Lafita, Bertolo y Sinama P. (Braulio, min. 40).
Villarreal CF: Diego López, Ángel, Gonzalo, Marchena, Joan Oriol (Catalá, min. 70), Senna, Bruno, Cazorla, Cani, Nilmar (Marco Rubén, min. 67) y Rossi (Matilla, min. 79).
Goles: 0-1, Marcos Senna (min. 8 ); 0-2, Cazorla (min. 16); 0-3, Nilmar (min. 65).
Árbitro: Velasco Carballo (comité madrileño). Amonestó por el Real Zaragoza a Paredes (min. 54), Edmilson (min. 57), Ander (min. 68) y Diogo (min. 89). Por el Villarreal a Joan Oriol (min. 41). Expulsó con doble tarjeta amarilla a Contini (mins. 20 y 64).
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