Apetece dejar el folio en blanco, irse a dormir y pensar que de ocho a diez hoy, simplemente hemos estado pasando la tarde entre amigos y con una buena cena. Revivir los 90 minutos de simulacro de partido que nos han ofrecido Almería y Zaragoza esta noche, es realmente una labor dura.
Los aficionados llevamos sobreviviendo, desde hace semanas, con el poso agridulce que deja esta mahonesa cortada que es el Real Zaragoza. Tiene los ingredientes pero no ligan, y cuando eso ocurre por mucho que lo sigas moviendo ya no va a cuajar. Hoy Gay ha decidido, por ejemplo, cambiar los condimentos supliendo al sancionado Matteo Contini con la entrada de Pablo Amo -al que nadie le explicó que nunca se corre de espaldas al balón-, dió descanso a Diogo y volvió Pulido a la derecha; Abel Aguilar fue titular en un centro de campo ininteligible, donde Gabi, Ander y el colombiano andaban buscando su lugar y en el que Jorge López era un punto y aparte, o unos puntos suspensivos, o una coma, o un 0'0, lo que sea menos un jugador de fútbol. El bigoleador del domingo pasado, Adrián Colunga, formó la dupla -o tripleta, no se lo que era- atacante con Suazo y el "Chupete" se vió desplazado de su eje natural. Todo esto tuvo por resultado un barullo neto. Ni bandas ni jugadas entre líneas.
Durante los primeros minutos nos ilusionó pensar que íbamos a ver un partido abierto, si no bonito por lo menos intenso y con un intercambio de golpes noble. Cualquier parecido de esta afirmación con lo que sucedió después es pura coincidencia, es más, no existe parecido posible. Ninguno de los dos tenía ganas de pegarse.
El acto de ilusionismo de los maños pasa porque los goles entren, más allá del gol no somos nada. Solidez defensiva, a veces. Esta noche no salió el truco de prestidigitación y Gabi la mandó al larguero en una ocasión diáfana. Después de eso, Kalo Uche consiguió encajar un derechazo en la madíbula zaragocista ante la pasividad de Pablo Amo -¿dónde estaba mirando?-. Victoria por k.o., no dimos opción ni a que se dirimiese a los puntos el combate. Sombras de lo que se supone futbolistas deambulando por el césped, eso fue el Real Zaragoza en el desierto de Almería. Que el entrenador volviese a mostrarse lento en los cambios -y van n veces- es lo de menos.
Hubo ocasión para los aplausos con la parada de Roberto en el penalti -mano de Ponzio, de espaldas, ¿era penalti?- que le lanzó "la joya de la Corona", Miguel Ángel Corona. Y nada más, los andaluces simplemente estando sobre el campo superaron a su rival.
Es indigno que nuestra mayor alegría de hoy hayan sido los empates de Valladolid y Tenerife. Lo cierto es que donde nosotros sumamos uno, ellos suman tres, y donde ellos suman uno, nosotros ninguno.
Sin mando, sin timonel y sin gobierno, vagando por la laguna Estigia y sin monedas para pagarle al barquero. Este cuento ya lo he leído y no acaba con besos que convierten ranas en príncipes azules, las ranas son ranas hasta el final y las bellas durmientes no despiertan. ¿Quién escribirá esta vez el epitafio?.
Ficha del partido:
UD Almería: Diego Alves; Michel (Juanma Ortiz, m. 74), Pellerano, Acasiete, Domingo Cisma; Fabián Vargas, Bernardello (Crusat, m. 62), Fernando Soriano; Corona, Piatti (Goitom, m. 90) y Kalu Uche.
Real Zaragoza: Roberto; Pulido, Pablo Amo, Jarosik, Ponzio (5); Gabi, Abel Aguilar (Edmilson, m. 74), Ander Herrera (Eliseu, m. 63), Jorge López, Suazo (Arizmendi, m. 68) y Colunga.
Goles: 1-0, m.61: Kalu Uche.
Árbitro: Iturralde González, del colegio vasco. Amonestó a los locales Piatti, Bernardello y a los visitantes Abel Aguilar, Ander Herrera, Ponzio y Edmilson.
Incidencias: Partido correspondiente a la vigesimoctava jornada del Campeonato de Liga BBVA, celebrado en el Estadio de los Juegos Mediterráneos, ante 15.772 espectadores.
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