Los últimos dos días, con la resaca de la fiesta, a penas he tenido tiempo para contar los avances. No ha habido muchos, un par de millas más lejos que antes.
Eso sí, de momento se han escondido los botes salvavidas y que los que estaban chapoteando con los pies en el mar mientras planeaban su fuga, se han pues en pie e incluso les he visto recoger metros y metros de soga y compadrear con algunos marineritos.
El nuevo Comandate parece un tipo majo y nos tiene a todos impacientes, esperando ver hacía qué punto cardinal se extiende su brazo, -"¡por allí!"-. Su mirada transmite tranquilidad y seguridad a la vez que su gesto sencillo y sincero te hace sentir en paz contigo mismo, sus manos encierran la humildad del que se divierte con su trabajo y hace placer la obligación. Al menos así vemos ahora a ese pequeño hombrecillo que acaba de llegar y todavía no nos ha presentado a nuestros nuevos compañeros y que aun no ha mandado colgar a nadie.
La soga sigue tendida del palo mayor y la aguja magnética de la brújula todavía no ha centrado el rumbo. Seguimos dando vueltas en un torbellino más grande que nosotros, agarrando el estómago desde las entrañas y con el corazón anestesiado.
domingo, 1 de junio de 2008
Diario de a bordo. Días 12º y 13º.
Publica Mari A las 11:23:00
Etiquetas: Diario de a bordo, Real Zaragoza
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