Tal vez conozcáis esa sensación en que notas tu propio corazón golpeando en el pecho, a ritmo constante pero cada vez más fuerte, intentas relajarte y no eras capaz ni de ser consciente de tu respiración. No puedes articular palabra. Te consume la incertidumbre y la realidad se separa de ti, convirtiéndote en un ente disociado y solitario al que se le agolpan imágenes posibles. La lluvia de Mallorca, el gol de Ayala, la condescendencia del Madrid, el penúltimo en Vitoria, la sentencia de Villarreal y hasta la tarde de Cracovia. Retratos del pasado que te roban las palabras, el retrato de un corazón zaragocista en Riazor.
El encuentro entre Deportivo de La Coruña y Real Zaragoza, se jugó en un estadio semivacio que sólo recordaba que albergaba público cuando Angelito Lafita tocaba el balón y los desagradecidos silbaban. Los planteamientos iniciales de ambos equipos se podrían definir como "matar moscas a cañonazos", rígidas líneas defensivas de uno y otro para los particulares Robinsones Crusoe de cada uno. José Aurelio Gay, alineó de inicio un 4141, que le aseguró el control del balón pero que no hacía daño en la guarnecida defensa deportivista, mucho toque pero lejos de la zona de peligro. Los cuatro de arriba, Ander Herrera, Gabi, Abel Aguilar y Ángel Lafita, se estorbaban a la hora de abrir los espacios y buscar la conexión con Adrián Colunga, y para la contención se bastaban y sobraban Edmilson y Jiri Jarosik, que sin duda fue el mejor zaragocista del partido. Así, pasaron 45 minutos de desecho puro de fútbol, 2700 segundos innecesarios.
En el caso de Jiri Jarosik, y esto merece párrafo aparte, su magnífica labor se vio incrementada por la lamentable actuación de Pablo Amo, quien estuvo lento durante los noventa y cuatro minutos que duró el partido, fue superado una y otra vez por Riki. Como ya hemos comentado antes, la primera parte no se puede considerar como fútbol, así que semejante desproposito de jugador no tuvo mayor transcendencia para el resultado, sin embargo, en la reanudación, cuando Colunga ya había conseguido el tesoro del gol, la ineptitud de Pablo Amo tomó tintes tragicómicos. El Deportivo se tiró al ataque para intentar, lícitamente, la victoria en su feudo; bien manejados por Valerón consiguieron llegar con peligro hasta los territorios patrimoniales de Roberto, pero el caudillaje que ejerce nuestro portero sobre sus dominios es devastador -afortunadamente-. El partido estaba roto y Pablo Amo se empeñó en darle una emoción que no queríamos, perdió un balón imperdonable ante Riki -nunca un defensa puede recortar hacia portería en el centro de la defensa, nunca-, estuvo lentísimo en la anticipación, provocó que Jarosik viese una tarjeta amarilla -la quinta-, etc, etc, etc. Estas últimas líneas puede parecer que están llenas de inquina. Lo están. Y es que ni Raúl Goni -cojo, tuerto y manco es mejor que Pablo Amo- ni la afición merecemos esto. Ha tenido oportunidades, minutos para demostrar que lo de ayer era simplemente coyuntural y, sin embargo, demostró que lo coyuntural fue el partido contra el Athletic de Bilbao.
Adrián "Robinson" Colunga, cumplió su parte del trato en el minuto 50, culminando una jugada de Gabi y Lafita, quien midió el pase al área para el guaje, que jamás debería haber ocurrido puesto que su origen es una mano clara de Pablo Amo. A partir de ahí, cuarenta y cuatro minutos infinitos de sufrimiento indescriptible. Tan indescriptible como el once con el que terminó el Real Zaragoza, porque si de entrada éramos ultradefensivos de salida había seis defensas sobre el campo -hasta que Obradovic dejó su sitio a Jorge López-, más Edmilson y Gabi incrustados en la retaguardia. Los cambios de José Aurelio en La Coruña harían enrojecer al mismísimo José Mourinho, Paredes entró por Ander Herrera y Lafita dejó su sitio a Pulido. Y hasta aquí, lo más destacable es que Jorge López no estuvo mal, mantuvo el balón lo más lejos posible de nuestra portería -y de Pablo Amo- siempre que pudo. Suficiente.
El pitido final del colegiado fue el aviso para que los glóbulos blanquiazules retomasen la marcha por las venas del zaragocismo. Una victoria, tres puntos, hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana, porque mantenemos la distancia de sólo dos puntos sobre el foso de los leones, pero queda un partido menos para que cante la gorda y acabe la ópera. Para que, efectivamente, Ángel Lafita se quede donde se merece, donde siempre quiso estar, pese a quien pese.
El miércoles, contra el Espanyol, la Romareda, Zaragoza y Aragón entero también, tienen que ser un canto único, un deseo unánime, cada uno de nosotros tiene que ser antorcha que ilumine el camino. Donde no llegue el equipo llegaremos nosotros. Dicen que un querer ye de dos no más, y que ye más fázil fer-lo caminar, cuando l'uno caye l'otro ha debantar, cuando l'uno caye l'otro ha debantar...
Ficha del partido:
Deportivo: Aranzubia; Manuel Pablo, Rochela, Lopo, Raúl; Juan Rodríguez, Sergio, Juca (Adrián; min.69), Iván Pérez; Lassad (Valerón; min.61) y Riki (Añón; min.80).
Zaragoza: Roberto; Ponzio, Pablo Amo, Jarosik, Obradovic (Jorge López; min.76); Gabi, Edmilson; Lafita (Pulido; min.79), Ander Herrera (Paredes; min.63), Abel Aguilar; y Colunga.
Goles: 0-1; min.50, Colunga.
Arbitro: Álvarez Izquierdo, del Colegio catalán. Mostró amarilla a Jarosik (min.54), Roberto (min.84) y Colunga (min.90), por parte del Zaragoza; y a Juca (min.56), Raúl (min.71) y Juan Rodríguez (min.82), por parte del Deportivo.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la trigésima quinta jornada del Campeonato Nacional de Liga disputado en el estadio de Riazor ante unos 13.000 espectadores. Antes del choque, el Deportivo expresó por megafonía su pesar por el reciente fallecimiento del actor Tuto Vázquez, un "deportivista fiel donde los haya". Los jugadores del Deportivo salieron del vestuario con camisetas de la Cruz Roja.
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