Muchos años ya desde que se estrenó esta película, pero hoy toca coger la silla, subirse bien alto y gritar a pulmón abierto: ¡Oh, capitán, mi capitán!. Qué sería de nuestros apenados corazones sin nuestro capitán. El muchacho de número insignificante, poquita cosa sobre el verde, algo torpe con el balón y descolocado sin él, pero con ganas de arrancar a bocados las hojas de los crónicas que cuentan cuentos de terror.
El partido contra el Levante de ayer no tiene mucho que contar. No se vio mucho fútbol en el sentido literal de la oración. En los primeros cuarenta y cinco minutos la espesa niebla hizo que los aficionados tuviésemos serias dificultades para seguir el juego y saber lo que pasaba más allá del medio campo. Por suerte, Gabi apareció en el Fondo Norte, de repente, de entre la nebulosa surgió con el balón en los pies, cabeceando de izquierda a derecha buscando a sus amigos del “carpe diem” y a eso se encomendó cuando se encontró sólo entre la retaguardia levantinista. Quizás oyó nuestros gritos de ánimo, clamando con las bufandas apretadas en el puño, o quizás no, pero en el momento decisivo, armó la pierna para el disparo que finalizó su carrera en la frontal del área. Un balón de fe que rozó a Reina para acabar colándose hasta el fondo de las redes. Y nuestro capitán gritó gol cuando la niebla comenzaba a levantar.
Desconocemos si Javier Aguirre les lee a Whitman o a Sheakespeare en el vestuario, lo que sí es seguro es que el “vasco” debió de graduar las gafas hace poco y por fin vio lo que la gran mayoría veíamos nítidamente. Edmilson recibió unos días de vacaciones y Ponzio ocupó con solvencia el pivote. El argentino ofrece consistencia donde el brasileño aplica disolvente. Además, Gabi, Ander y Ponzio se conocen, se buscan y se encuentran. Igual que se encontró el inédito holandés, Boutahar, quien en una posición anárquica ni en la banda ni en el centro, olisqueaba la intencionalidad de los pases de Ander Herrera hasta que el cansancio le derrotó en la segunda parte y fue sustituido por Nico Bertolo. Mientras, Lafita se desfondó corriendo gratis intentando apoyar a Sinama Pongolle que volvió a jugar un partido más en “Stand-by”. Braulio ofrece mucha más movilidad a la delantera zaragocista y así lo demostró en los últimos compases del encuentro, aunque ande como un Indiana Jones cualquiera en busca del gol perdido.
Los mañicos del león vivimos con el espíritu de Calderón de la Barca metido en nosotros, una voz constante que cuando el telón comienza a caer, nos susurra “y los sueños, sueños son”, inyectando un poco más de amargura, decepción y nostalgia en nuestros escudos. Esta vez esa vocecilla tenía acento porteño, se llama Leonardo Neorén –Franco- y es el personaje encargado de mantener la tensión de la trama hasta el último minuto. De la mano de Álvarez Izquierdo, el colegiado al que ayer la meteorología libró de una reacción más vehemente por parte de la Romareda, decidió demostrar la máxima “hasta el rabo todo es toro”. A cinco minutos del final, el arquero zaragocista retuvo en sus manos el balón durante más de los seis segundo estipulados por el reglamento, dejando sin utilidad –otra vez- la carrera de Angelito Lafita. El árbitro debió de contarlos concienzudamente “scooby doo” a “scooby doo” –uno, scooby doo, dos, scooby doo, tres…- y señaló lo que nunca se señala y no por ello mal señalado. Libre indirecto en el área. Señalado. Sacado y resuelto con gol por los valencianos. Sin embargo, el árbitro entendió que su falta de atención era suficiente para anular la jugada y el gol del Levante no subió al marcador. Tampoco hicieron méritos en el global para ese empate. Perder tiempo ya en la primera mitad de un partido de fútbol no es un buen síntoma.
Después de esto, por fin, después de muchos días, todos a una por nuestro equipo. Por nosotros mismos. Los tres puntos eran nuestros y no se iban a escapar de la cueva de esta Sociedad de Poetas Muertos, de ilusiones estrelladas contra la realidad. Una dura realidad que cincela caracteres a machetazos.
Nos levantamos en mitad de una terrible resaca. Ducha fría. Traje de domingo recién planchado. Cabeza alta. Nos colocamos la corbata. Cerramos la puerta y ponemos el cartel de “Se alquila” en nuestra casita del descenso. Esperemos que la crisis inmobiliaria no merme nuestro negocio y nos deje de nuevo tirados en el viejo camastro lleno de chinches.
Ficha del partido:
Real Zaragoza: Leo Franco, Diogo, Jarosik, Contini, Paredes, Gabi, Ponzio, Lafita, S. Boutahar (Bertolo, min. 66), Ander (Jorge López, min. 86) y Sinama P. (Braulio, min. 55).
Levante UD: M. Reina, Javi Venta, Nano, Robusté, Del Horno, Pallardó, Xavi Torres, Juánlu (Valdo, min. 60), Xisco Nadal (Xisco Muñoz, min. 60), Rubén y Rafa Jordá (Stuani, min. 69).
Goles: 1-0, Gabi (min. 45).
Árbitro: Álvarez Izquierdo (comité catalán). Amonestó por el Real Zaragoza a Gabi (min. 22), Jarosik (min. 22), Lafita (min. 82) y Braulio (min. 90). Por el Levante a Pallardó (min. 54), Stuani (min. 75), Xisco Muñoz (min. 81) y Rubén (min. 90). Expulsó con roja directa al entrenador del Levante, Luis García (min. 86).
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