¿Lo pillas?, pues eso, eso exactamente fue el Real Zaragoza ayer por la tarde en Cornellá-El Prat. Un mal chiste, una broma de mal gusto, un ni quiero ni puedo, un payaso triste, un arlequín con los rombos desteñidos, una marioneta sin manos que tensen sus hilos, el negativo perdido entre viejas fotos de lo que algún día fue un equipo de fútbol.
No hay nada que contar del partido contra el Espanyol. Los periquitos fueron superiores en todas las líneas, tuvieron la posesión del balón, la velocidad en el ataque, el orden defensivo -tampoco precisaron esforzarse mucho-. Ni siquiera las tempranas lesiones de Javi Márquez y de Osvaldo, cerebro y ejecutor de los barceloneses, mermaron el temperamento de los blanquiazules. De los de las camiseta a rayas, no de los otros que ayer vestían de negro y amarillo chillón, aunque Adam Pintér no distinga una zamarra de otra.
El despropósito vespertino dominguero sólo sirvió para ver, una vez más, cual pasarela Gaudí, las carencias del Real Zaragoza, un equipo pobre de fútbol y de espíritu. Los días en que morir sin desatarse los cordones de las botas era un consuelo pasaron ya de largo, se perdieron en el horizonte como el tren que desaparece cuando todavía no has acabado de decir adiós. Pañuelos de despedida, blancos como la cal, son también los que se le están empezando a desplegar al "vasco" Aguirre.
Hubo cuatro goles. El primero, un centro suavecito desde la banda izquierda del ataque perico que remató Osvaldo con tranquilidad y soledad en el centro del área maña. Los centrales miraban desde lontananza. El segundo, fue la aparición estelar, en exclusiva, de Carlos Diogo para cometer un penalti absurdo e intrascendental. El tercero, antes del descanso, un zurriagazo imparable de Álvaro, que pasó silbando junto a la oreja de la estatua de Leo Franco, que cual Custer sobre la colina veía cómo se acercaban los indios sin que nadie los parase. Por último, en la pista central, para completar el circo, el gran Pintér con el más difícil todavía, asistiendo a Luis García en el área zaragocista, que la cedió graciosamente para que Sergio García completase su particular versión de la venganza de Don Mendo. Lamentable.
Y nada más. Nos podríamos aburrir diciendo que no entendemos a Edmilson sobre el campo ni a Pintér en la primera división, que tenemos al crack inútil que es Ander Herrera, que viene a ser como un Goya colgado de las paredes de una caseta de uralita. Inútil. Podemos abrirnos la cabeza contra la pared pensando dónde están los chicos que jugaron durante el verano, Edu García, Kevin Lacruz -lesionado todavía-, José, Alex Sánchez... Pero todo esto no vale mucho cuando no sabemos ni dónde se nos quedó el orgullo y la dignidad se nos va despellejando jornada a jornada.
Es lo que nos toca, es lo que hay. Y nos toca elegir, abrazarle fuerte para que no se vaya o soltarle definitivamente para que no vuelva. Sea como sea será sufriendo. No sabemos de otra manera, así que aquí nos quedamos, sentados en el banco de Penélope con los zapatos de domingo y el bolso de piel marrón empeñados en el Cash Converter
Y mientras tanto, la diosa fortuna sigue haciendo ensayos de laboratorio con nosotros. Después del naufragio nos regala un partido de seis puntos contra el Levante, en la Romareda.
Ficha del partido:
Espanyol: Kameni, Chica, Víctor Ruiz, Didac, Amat, Raúl Baena, Javi Márquez (Sergio García, min. 14), Verdú, Callejón, Luis García y Osvaldo (Álvaro, min. 29).
Real Zaragoza: Leo Franco, Diogo, Jarosik, Lanzaro, Paredes, Gabi, Edmilson (Pintér, min. 45), Lafita, Jorge López (Bertolo, min. 45), Ander y Sinama P. (Braulio, min. 68).
Goles: 1-0, Osvaldo (min. 7); 2-0, Luis García, de penalti (min. 29); 3-1, Álvaro (min. 33); 4-0, Sergio García (min. 86).
Árbitro: Muñiz Fernández (comité asturiano). Amonestó por el Real Zaragoza a Diogo (min. 47), Sinama P. (min. 50), Gabi (min. 50), Pintér (min. 51) y Ander (min. 69). Por el Espanyol a Amat (min. 20) y Chica (min. 50).
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