España finalista de un Mundial de Fútbol. Ese titular suena a ciencia-ficción. Imposible. Irreal. Algo no va ahí. España es la que siempre pierde, la que en cuartos vuelve a casa, la que de niños ganan todo y de mayores nada...
Y sin embargo, hoy leo los periódicos, oigo los noticieros de la radio y descubro que lo de ayer no fue un sueño, que el gol de Carles Puyol, un chico de Lérida -o Lleida-, ocurrió, sucedió, que los maravillosos pases de Xavi -éste es de Tarrasa, o Terrasa- sí se dibujaron en la fría noche Sudafricana. Fueron verdad los disparos de Xabi Alonso -de Tolosa mismo- y los regates de Pedrito, perdón, Don Pedro -de Tenerife-, que Iker Casillas -de Móstoles- sí estuvo allí. Todos estuvimos ayer allí, con nuestros chicos, con los que conocemos y han crecido en nuestro lugares comunes. Entre todos vencieron a la que siempre gana en ese deporte que inventaron los ingleses, qué poquito miedo daba anoche Alemania -¡Viva el pulpo!-.
Especial arraigo y sentimiento en este camino a la gloria tengo por Gerard Piqué y David Villa, de Barcelona y Tuilla respectivamente. Los he visto crecer, hacerse mayores, saltar al cesped de la Romareda casi con el bocadillo de Nocilla todavía en la mano, con la cara manchada de los charcos de la calle. Son nuestro pequeño orgullo en toda esta historia. La ilusión me hacía soñar este año con un España-Argentina, y juntar tanta calidad como fuimos capaz de disfrutar en el Municipal: David Villa, Piqué y Diego Milito. Pero la soberbia y la ignorancia son malos compañeros en la vida y a Diego Armando Maradona se le desequilibran habitualmente en la balanza. Así que me quedé sólo con media sonrisa.
Para convertirla en carcajada de felicidad tengo batallando a un chavalín nacido en Salamanca pero criado a la verita del Ebro, Álvaro Arbeloa. Yo creo que lo conseguirá.
Me hacen feliz. Orgullo, satisfacción y un poquito de nostalgia por lo que se fue. No lo puedo evitar.
Suerte "maños", el próximo domingo a las 20'30 os toca abrir las puertas de cielo a patadas.
*Foto de as.com
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