Lo único verdadero que tuvo la noche de ayer fue el gol del Atlético de Madrid en el minuto 92, y cómo diría Sabina, qué manera de sufrir. Lo demás, un pichichi que no golea, una estrella que no brilla, un cachirulo que no se alza y siete tarjeta a un equipo que no pega ni sellos. Ni los madrileños ni los zaragozanos cumplen ahora mismo los mínimos para hacer honor a la tradición de ambos equipos en la primera división, sin embargo, el regusto añejo a fútbol se pega al paladar, como sin quererlo, en noches como la de ayer en la que el cierzo no se quiso perder el partido.
Muchísimo frío en la Romareda, sobre todo en los últimos instantes del partido cuando se perdieron 2 puntos que hubiesen acomodado al Real Zaragoza en la clasificación, a la espera del encuentro de nuestro próximo rival con el que ahora empatamos a puntos. Curiosidad o coincidencia, casualidad o causalidad, pero el calorcito lo puso el cántabro Texeira Vitienes, y sí, el equipo que juega hoy lunes y con el que empatamos a puntos es el Racing de Santander, -Santander capital de la Comunidad Autónoma de Cantabria-. Yo le eximo de culpa, el que es malo lo es nazca donde nazca.
Diogo, Jarosik, Contini y Ponzio, matuvieron a raya a una de las potencialmente mejores delanteras de los campeonatos europeos. A Contini ya lo conocemos, así que creo que lo justo es reconocer el trabajo de Jarosik y Ponzio. Solventes y sobrios durante los 90 minutos, secaron la pólvora del Kun -más perdido que un pato en el Manzanares- y de Diego Forlán que se fue cabizbajo al banquillo para dejar su puesto a Jurado. Según mi vecina de asiento, Jurado no es jugador que te resuelva un partido, y digo yo, si llega a serlo se nos llevan los tres puntos y hasta las redes de las porterías.
Demasiado pronto golpeó el Zaragoza con el cabezazo de Jiri Jarosik en el 7, el problema es que no supimos noquear a tiempo, y eso que el Atleti se dedicaba a abofetearse a sí mismo, ya no sólo por la expulsión infantil de Reyes si no por la falta de orientación en el juego, la defensa lenta, la ausencia de ideas en el ataque. Flaco favor le hacen al fútbol los que exaltan a equipos como éste, una cosa es la raza y la fuerza, que la necesidad ahogue y no haya tiempo para crear, y otra alabar el antiespectáculo, la antiestética. La tensión no es sinónimo de excelencia.
Entre bofetada y bofetada, la pillería del "Chupete" Suazo puso en más de un aprieto a los madrileños, la clase de Ander Herrera rompía con cuentagotas el orden atlético. Gabi volvió a echar pegamento al centro de campo y Edmilson le sopló convenientemente para que secase rápido. Seguimos siendo imprecisos, y algo lentos en la transición pero cada vez se entienden mejor los once del equipo sobre el césped, y por descontado la seguridad que ofrece Roberto en la portería, la primera línea se siente más confiada y ya no se defiende sobre la línea de gol.
Vamos a terminar analizando las decisiones de José Aurelio Gay, que semana tras semana parece seguir siendo protagonista de estas líneas. Para empezar, no comprendimos por qué jugar a banda cambiada con los extremos, cuando Arizmendi no es un extremo puro. Esto es causalidad: con los extremos cambiados fue cuando el Atlético tuvo sus mejores oportunidades porque se ralentiza la salida de balón, se pierde con mayor facilidad en el centro de campo y la intensidad defensiva es menor. El capítulo siguiente versa sobre la oportunidad de los cambios, dado que Lafita no es ni la sombra de lo que fue en el Depor y en los primeros partidos de esta temporada, creo que es unánime la opinión de que era Colunga quien debía haber saltado al campo; por otra parte, cuando el Atleti se quedó con diez jugadores las necesidades eran distintas a las soluciones que puede ofrecer Jorge López, había que dormir el partido, aguantar el balón, y dejar morir los minutos, no supimos hacerlo. Quizás la primera opción debió ser enriscar el centro de campo para evitar que el balón transitase. A favor del bueno de Aurelio, diremos que el equipo cada día parece funcionar mejor, pero las cosas no hace falta hacerlas complicadas, lo que funciona no hay que tocarlo, este juego consiste en marcar uno más que el otro, por ahora nada más, para lo demás ya habrá tiempo.
El resultado fue injusto, aunque se veía venir que los cristales se podían romper cuando hace viento y dejas las ventanas abiertas. Dentro de quince días otra noche de las de siempre, espero que sea más tangible que la de ayer.
Ficha del partido:
R. Zaragoza: Roberto; Diogo, Jarosik, Contini, Ponzio; Gabi, Edmilson; Arizmendi (Jorge López, min.81), Ander Herrera (Abel Aguilar, min.88), Eliseu (Lafita, min.74); y Suazo.
At. de Madrid: De Gea; Valera, Perea, Ujfalusi, Domínguez; Reyes, Tiago, Assunçao (Ibrahima, min.87), Simao (Salvio, min.66); Forlán (Jurado, min.59) y Agüero.
Goles: 1-0. min.7. Jarosik; 1-1. min.91. Ibrahima.
Árbitro: Teixeira Vitienes, del C. Cántabro. Expulsó con roja directa al visitante Reyes (min.69). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Contini, Arizmendi, Edmilson, Eliseu, Roberto, Gabi y Ponzio y a los visitantes Valera, Tiago y Ujfalusi.
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 25 de liga disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante unos 24.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por las víctimas del reciente terremoto ocurrido en Chile.
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lunes, 8 de marzo de 2010
Real Zaragoza 1 - Atlético de Madrid 1. Un clásico de cartón-piedra que nos dejó helados.
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Mari
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lunes, 1 de marzo de 2010
Cada día sale el sol...
...amanece y ese es suficiente motivo para sonreir, para levantarnos, para decir hola a la mañana, para saltar de la cama a la vida una vez más y hasta para decir a alguno jódete que sigo aquí...
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Mari
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domingo, 28 de febrero de 2010
Getafe 0 - Real Zaragoza 2. Goles son amores y no buenas razones.
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Mari
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lunes, 22 de febrero de 2010
Real Zaragoza 1 - Real Sporting de Gijón 3. El arte del desconcierto.
La historia de un Real Zaragoza-Sporting de Gijón, para nosotros, es la historia de un desencuentro. Hace dos años, ellos regresaban cuando nosotros nos íbamos y cuando en agosto soñábamos con volver a embobarnos con las olas rompiendo en la Playa de San Lorenzo, el calendario liguero nos hizo un regate plantando el partido en miércoles. Del Molinón nos llevamos un empate, de la Romareda se nos llevan hoy tres puntos y una semana de esperanza que restamos de nuestro casillero, una vez más.
La última vez que los gijonenses vinieron a la Romareda, era una eliminatoria de copa y nos eliminó un equipo de segunda, dejándonos con cara de tontos en el último minuto. Hoy no estaba Otto Konrad, estaba Juan Pablo Carrizo. Y la cara la misma.
La expulsión de Ander Herrera en Valladolid y las lesiones de Pulido y Carlos Diogo, obligaban a introducir en el once inicial a Babic en el lateral zurdo, desplazando a Leonardo Ponzio a la derecha -donde cumple con mayor solvencia que jugando en la banda contraria-, y en la medular, debutando como titular, a José Edmilson -sin comentarios al respecto-.
Ante la sombra de casi 2000 sportinguistas, esperábamos que el encuentro fuese otra demostración de pundonor y comunión equipo-afición, al igual que hace quince días. El Zaragoza planteaba de nuevo ese 442 un tanto anárquico del que a veces salen genialidades y otras, como hoy, el más profundo de los desconciertos. Lo cierto es que las intenciones eran buenas, y la primera ocasión fue zaragocista con el lanzamiento de un libre indirecto por cesión a los pocos minutos de que Mateu Lahoz pitase el inicio. El equipo maño tuvo la posesión del balón durante buena parte del primer tiempo, pero el Sporting manteniéndose simplemente ordenado hizo ineficaz cualquier intento de aproximación a la meta de Juan Pablo. Suazo es muy bueno pero no lo puede hacer todo. Necesita un compañero que le ayude, en este caso era Colunga que en los primeros minutos del encuentro tenía la chispa, pero es complicado mantener un mechero encendido cuando no tiene gas ni nadie que ruede la piedra.
En el minuto 37, el ex-zaragocista Mate Bilic -qué pena que no tuviese más oportunidades aquí-, hacía enmudecer a la grada blanquiazul y dejaba de nuevo al descubierto la falta de consistencia defensiva y la nulidad de J.P. Carrizo para evitar que los balones entren en nuestra portería.
La segunda parte comenzó con una "genialidad" de José Aurelio Gay. Estaba claro que algo no funcionaba, pero lo que funciona es mejor no tocarlo, y la idea de formar un centro de la defensa con un desentrenado Edmilson y el lento Jarosik suponía desguarnecer la retaguardia, dejando a Matteo Contini en ese limbo en el que Ángel Lafita había convertido la banda izquierda. Lafita debería chupar banquillo. ¿Qué hace Arizmendi en el banquillo y Lafita en el campo?, nos preguntábamos algunos de los espectadores hasta que vimos que Javi se quitaba el chandal. El cambio era evidente, se necesitaba a alguien que aguantase el balón arriba y que luchase más que el "Lince", sin embargo, el entrenador del Zaragoza debió ver algo distinto a lo que vimos los demás y el que abandonó el campo fue Eliseu, a la vez que Pennant sustituía a Edmilson -volviendo Contini a formar en defensa de tres con Jarosik y Ponzio-. Anteriormente, había entrado Jorge López por Marco Babic para dar criterio al centro de campo, pero el riojano es como una bandera en el mastil, que sólo se le ve cuando sopla el viento a favor, y cuando Luis Morán hizo el segundo (min. 63) desapareció.
Gabi no tiene calidad suficiente para sostener a este equipo, que se escurre entre las manos de un entrenador que carece de recursos para solucionar los problemas que se planteantean en un partido. La diferencia con su homólogo de esta tarde, Manuel Preciado, es que el cántabro venía ya con los deberes hechos y no ha necesitado el recurso de la improvisación. Haciendo lo habitual le ha ganado la partida al madrileño y el partido al Real Zaragoza. Es imposible jugar al fútbol cuando nadie sabe dónde está su compañero porque ninguno sabe dónde tiene que estar.
Aun así quedaban las ganas y la calidad, que la hay aunque no sepan cómo aprovecharla, y después de una buena jugada de Pennant, Arizmendi acortó la diferencia (min. 91). No obstante, hacía tiempo que el Real Zaragoza, el equipo, había bajado los brazos y vivíamos únicamente de jugadas individuales que se perdían en el Fondo Norte, en la grada. La puntilla la puso Barral en el descuento (min. 93) después de un nuevo fallo de Jarosik y la comparsa que le secundaba.
Mal partido, peor resultado y la sensación de que este equipo sólo vive de la iluminación divina.
Ficha del partido:
Zaragoza: Carrizo; Ponzio, Jarosik, Contini, Babic (Jorge López, min.46); Eliseu (Pennant, min.69), Gabi, Edmilson (Arizmendi, min.69), Lafita; Colunga y Suazo.
Sporting de Gijón: Juan Pablo; Lora, Botía, Gregory, Canella; Rivera, Lola (Matabuena, min.74); Carmelo (Luis Morán, min.60), De las Cuevas (Barral, min.81), Diego Castro; y Bilic.
Goles: 0-1. min.37. Bilic; 0-2. min.63. Luis Morán; 1-2. min.91. Arizmendi; 1-3. min.93. Barral.
Árbitro: Mateu Lahoz, del C. Valenciano. Amonestó con tarjeta amarilla al local Jorge López.
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 23 de liga disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante unos 28.000 espectadores.
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Mari
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lunes, 15 de febrero de 2010
Encajando las piezas.
Hace unas semanas estuve jugando, junto con unos amigos, a un juego simple pero bastante entretenido.
Consistía en apilar una serie de piezas rectangulares hasta formar una torre uniforme y sólida. Luego, por turnos, se iban sacando las piezas. Era imprescindible medir cada movimiento ya que, según avanzaba la partida, había más vanos en la torre y los pisos se iban debilitando, la estructura se retorcía y tambaleaba cada vez que probábamos a quitar uno de aquellos pequeños bloques de madera. Cuando intentabas sacar alguna que no estabas seguro fuese a desestabilizar el conjunto, tratabas de volverla a meter en su lugar, pero no era lo mismo.
La tensión aumentaba conforme las piezas se eliminaban. Al final, alguien quitaba el punto de apoyo y todo se venía abajo.
Ayer domingo, estuve viendo entre amigos el Real Valladolid-Real Zaragoza, y entre las risas, los comentarios, las jugadas polémicas, el ha sido o no ha sido, pasamos un buen rato a pesar del fútbol famélico y del empate, que del mal el menos puesto que lo importante es sumar.
Sin embargo, cuando veo a mí Real Zaragoza no puedo evitar tener la imagen mental de esa torre vacilante a la que se le van eliminando elementos, que se le dan pequeños toques para que no caiga, esa a la que se le tratan de volver a poner las piezas alineadas para que resista un poco más.
No hay criterio de equipo que forje una confianza fundada en el trabajo, sólo la fe y la fuerza de voluntad coyuntural nos salvan de los desastres. El entrenador, José Aurelio Gay, sigue sin definir un esquema que de solidez al juego, y me recuerda más a selecciones como la rusa o la ucraniana que hicieron hace unos años de la anarquía una virtud que les permitió hacer buenos papeles en las competiciones en las que participaron. Pero nosotros no tenemos a Shevchenko para que nos resuelva los partidos con genialidades.
Carecemos de base y hemos centrado nuestras expectativas en siete jugadores que están de paso, y que la afición lo haga no tiene ningún peligro, que el entrenador y la directiva piensen que eso es bueno es temerario.
El objetivo único es mantenernos en primera y por eso andamos aguantando la respiración para que no se menee nada más. Pero la partida siempre acaba igual, ¿quién quitará la última pieza?...
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Mari
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sábado, 30 de enero de 2010
Invictus
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Mari
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lunes, 14 de diciembre de 2009
Confesiones de un corazón partido y avergonzado
Hace cuatro veranos tenía ilusión. Volvía mi entrenador fetiche, volvía el gran Víctor Fernández, el único entrenador que pensaba que nos podía hacer campeón de Liga. Creía en un proyecto de renovación e innovación, en una idea de un nuevo conocido, Agapito Iglesias. Aimar era una estrella y ya teníamos un equipo al que Víctor Muñoz no sabía sacarle todo el provecho. Estaban Gaby y Diego, estaba Cani –aunque se fue ese mismo verano-, estaba Zapater, César en la portería y había dinero para fichar. Era muy feliz. Esa temporada entramos en puestos europeos después de muchos años y un descenso al infierno que creía no volvería a vivir en mi vida, o al menos en muchos años. Y descubrimos a un pequeño “cabezón” que nos hacía sonreir en la grada, un canchero gambetero como hacía tiempo no veíamos.
Hace tres veranos hubo que vender al pequeño de los Milito. No pasa nada, esas cosas ocurren, no somos millonarios y vivimos de esto, quizás fue poco dinero por uno de los mejores centrales de las ligas europeas en ese momento, pero con los pluses por objetivos se queda en una cifra aceptable. Se fichó a Matuzalem e intentamos ser más listos que nadie, ya estaba bien de ir de pardillos por la vida. Vino también Oliveira, un delantero de renombre, y sólo Ayala podía sustituir a Gaby. Volvía tener ilusión, aunque luego los fichajes no funcionaron bien, empezaron a ir las cosas mal. Se empezó a filtrar hiel por las paredes del Zaragoza, empezaron a aparecer dedos acusadores y cuchillos que se entrecruzaban en el aire. Pero yo creía, creía que todos queríamos al Zaragoza y que teníamos que jugar todos juntos para ganar. No se ganó, se perdió. La mala suerte. Jugadores mercenarios y entrenadores incompetentes. Se me cayó un mito a los pies, e incluso llegué a pisarlo –lo siento Víctor-. Estábamos otra vez en segunda y a mí no me quedaban lágrimas.
Hace dos veranos Agapito me devolvió la mueca de felicidad a la cara. La foto me gustaba, Marcelino García Toral en el centro. Ahora sí que estábamos todos juntos para trepar en el pozo. De moderno no tenía nada su fútbol, era el juego rápido en la transición que tanto me gustaba ver hacer a los equipos a italianos, a la Juve de Lippi, al Milán de Sacchi, un tanto espeso en lo defensivo pero con la portería contraria siempre en la mente. Me ganó el asturiano en los entrenamientos de la Romareda –gracias por devolvernos ese placer de ver al equipo entresemana-. Se iban a quedar los tres delanteros estrella, Diego, Oli y Sergio. No se quedó ninguno y el día que se fue Diego no dormí. Pero el que no quisiera estar que se fuese, no me hacía falta. Ascendimos y lo celebré como nunca, lo celebré porque en pleno mes de abril casi nos quedamos tirados camino de Castellón, porque todavía tengo la ropa mojada de aquel día, lo celebré y lloré a solas porque en Salamanca llegué a enfermar por estar junto al equipo –y aun así, seguro que hay muchos que me podéis dar lecciones de zaragocismo, muchos-. Creía en esa desnuda sinceridad de Marcelino y en quienes habían confiado en él. Volvía a admirar y a “querer” a mis chicos, a mis jugadores. GRACIAS. C3C.
El pasado verano era el momento del retorno. Sabía que no iba a ser fácil, a pesar de nuestra historia éramos –somos- recién ascendidos y la última vez nos había costado toda la temporada mantener la categoría. Vino Antonio Prieto para hacer los fichajes y hacer un trabajo de ingeniería económica para completar una plantilla de la que se pudiese formar un equipo. Hacía falta cubrir muchos puestos y poco a poco lo iban haciendo. Vino Pennant, vino Uche, también Pablo Amo, Ábel Aguilar con el título de mejor centrocampista de la Liga Adelante, y vino Babic y el portero de la selección argentina, Juan Pablo Carrizo. Faltaban más fichajes, un delantero goleador y los laterales. Me pasaba todos los días conectada al ordenador y paseando por la Romareda a ver si me enteraba de algo, esperando la ilusión para este año. Ficharon a Poschner. No juega de nada, no entendí muy bien para qué pero pensé que sería bueno porque, al igual que lo hace Bahía Internacional en el Huesca, habiendo sido intermediario y representante podía aportar contactos y una agenda importante de posibles fichajes. Después de él sólo llegaron Obradovic con un bono de Iberia y Lafita que volvía. Encima el TAS osaba dictar sentencia en nuestra contra con el caso Matuzalem. Paciencia, podemos conseguirlo.
Yo creía en ellos aunque algunas cosas no me gustaban. Siempre había una explicación para todo y la fe en que las cosas irían mejor. Hoy ya no creo, ya no tengo fe y me han robado la esperanza. Me queda un león sin identidad, un asiento sucio y doce puntos de miseria. Me quedaba la nobleza y la honestidad de mi entrenador, pero también hizo cosas que no me gustaban, aunque seguía siendo mi entrenador. Mi entrenador y mis jugadores era lo único que sentía mío. Y ahora ya no tengo una parte y además me siento únicamente un número de cuenta al que cargarle un cobro cada mes de julio, porque cuando he expresado mi opinión, me han recordado que no soy nada, porque cuando he preguntado "¿por qué?" nadie me ha contestado, porque me han engañado mintiendo en público, porque no han sabido mantener ni siquiera la imagen de lo que más quiero, del Real Zaragoza. Lo que más quiero porque es lo único – a parte de mi familia, claro- que nunca me ha fallado, que siempre ha estado ahí para mí y yo para él. Porque soy zaragocista, no se por qué, pero lo soy desde el día que nací, y me duele, me duele muy adentro.
Siento vergüenza y únicamente pido que dejen de hacerme daño.
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Mari
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domingo, 9 de agosto de 2009
Hasta siempre Dani.
Eran casi las diez de la noche. Sentados en el sofá, esperando el reparto del tele-chino nos habíamos preparado ya para ver el amistoso del Real Zaragoza. Jugábamos contra el Betis.
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Mari
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